Amor por la esposa

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Hace algunos meses había una posición abierta en la CIA para un super agente… Estas posiciones son muy difíciles de llenar y hay muchos requisitos y pruebas envueltas antes de siquiera ser considerado para la posición.

Después de haber checado a algunos aplicantes las posibilidades se redujeron a solamente 2 mujeres y un hombre, pero solo una posición estaba disponible…

El día llegó para la prueba final, para ver quien se quedaría con el trabajo, el cual era extremadamente secreto. Quien administró la prueba le dio primeramente a una de las mujeres un arma, la puso frente a una puerta metálica muy grande y le dijo: «Necesitamos saber que tú seguirás las instrucciones al pie de la letra sin importar las circunstancias», entonces le explicó «detrás de esa puerta está tu esposo sentado en una silla, toma esta arma y mátalo».

La mujer se quedó atónita y mirando al hombre le dijo: «¡Esto no puede ser verdad! ¡Yo nunca podría dispararle a mi esposo!» «Bien», dice el jefe de la CIA, «definitivamente tú no eres la persona indicada para este trabajo».

Entonces traen a la segunda mujer a la misma puerta y le dan el arma. «Nosotros tenemos que saber que tú seguirás las instrucciones al pie de la letra, no importan las circunstancias», le explicaron a la segunda mujer. «Adentro encontrarás a tu esposo sentado en una silla, toma esta arma y mátalo».

La segunda mujer se quedó pasmada, pero aun así tomó el arma y abrió la puerta. Dos segundos más tarde salió envuelta en lágrimas. «Traté de matarlo, pero simplemente no pude tirar del gatillo, pienso que yo no soy la persona indicada para este trabajo, lo siento». «No», dijo el jefe de la CIA, » no tienes lo necesario, toma a tu esposo y vete a tu casa».

Ahora solamente quedaba el hombre. Una vez más lo llevan hasta la misma puerta y le dan la misma arma. «Nosotros tenemos que estar seguros que cumplirás las instrucciones al pie de la letra sin importar las circunstancias, esta es tu última prueba. Adentro encontrarás a tu esposa sentada en una silla. Toma esta arma y mátala».

El hombre tomó el arma, abrió la puerta y justo antes que se cerrara completamente, los de la CIA oyeron un disparo, y otro y otro, uno detrás de otro hasta que se completaron 9 disparos.

Después se desató un infierno adentro de aquel cuarto, se oyeron gritos y golpes en la pared por varios minutos, después vino la calma. La puerta se abrió lentamente, el hombre apareció limpiándose el sudor de la frente y dijo: «¿Por qué no me dijeron que la pistola estaba cargada con balas de salva? ¡Tuve que matarla… con la silla!»

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