Tecún Umán, príncipe quiché, símbolo nacional de Guatemala. Cuenta la leyenda que murió luchando valientemente contra el invasor extranjero y que el quetzal, al descender para restañar sus heridas, se manchó para siempre el pecho con el púrpura de su sangre.
Según documentos quichés de la época publicados en el Siglo XX, fue un hecho real el enfrentamiento de Tecún, nieto del rey Kikab, con el ejército español. El evento se menciona también en las crónicas del conquistador Pedro de Alvarado.
Evidentemente la leyenda del quetzal es un mito creado para realzar el sacrificio de este príncipe. Su simbolismo es profundo y muy significativo, pues sintetiza el dolor del pueblo maya esclavizado por más de 500 años; primero privados de la libertad como siervos de los conquistadores, luego condenados a la miseria y a la ignorancia por la discriminación de los criollos y, como si eso no fuera suficiente, posteriormente asesinados de forma salvaje durante el conflicto armado. Pero el espíritu maya no se doblega y luchando contra viento y marea, la estirpe de Tecún se destaca en estos días enriqueciendo el tejido social del país con profesionales brillantes, excelentes deportistas, poetas y artistas de fama internacional y una Premio Nobel.
El maestro Rodolfo Galeotti Torres ha inmortalizado la imagen de Tecún Umán con una magistral estatua que retrata la reciedumbre y valentía de esta maravillosa gente. Aquellos guatemaltecos que portamos en nuestra sangre un crisol de las razas que han forjado la historia de nuestro país, nos sentimos orgullosos de nuestra herencia maya y soñamos con el día en el cual todos los guatemaltecos de todas las razas nos levantemos para unirnos en la construcción de una nación justa y próspera.